Tras un extraordinario 2024, ¿qué depara el futuro para la economía y el mercado estadounidenses?
Estados Unidos ha dominado los mercados financieros este año. La economía ha sido más sólida de lo esperado, con un crecimiento del PIB a una tasa anualizada del 3,0% en el segundo trimestre.
El índice de referencia de blue chips S&P 500 ha disfrutado de un retorno total de alrededor del 22% y los mercados de renta fija de Estados Unidos han obtenido sólidos retornos gracias al aparente éxito de la Reserva Federal (Fed) en la gestión de la inflación.1
Los tipos de interés han empezado a bajar y los mercados de crédito han reflejado la fortaleza del sector empresarial estadounidense. Una asignación 50/50 al índice de renta variable de crecimiento S&P 500 y al índice de bonos de alto rendimiento (High Yield) ICE US habría producido un retorno de cerca del 18% en lo que va de año.
Las elecciones presidenciales de noviembre serán claramente importantes de cara a 2025. Uno de los posibles resultados probablemente sea una continuación de las políticas económicas que han contribuido al crecimiento desde la recuperación de la pandemia.
El gobierno de Joe Biden-Kamala Harris supervisó la implementación de varias leyes del Congreso que posteriormente han impulsado la inversión en Estados Unidos centrándose en infraestructuras y garantizando el papel de liderazgo de Estados Unidos en la tecnología.
El gasto bruto en inversión fija creció a una tasa anualizada del 8,3% en el segundo trimestre, un signo de confianza empresarial.2 Es probable que el resultado alternativo dé lugar a una cierta combinación de rebajas fiscales y políticas comerciales proteccionistas que podrían perjudicar las perspectivas macroeconómicas en los próximos años.
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El reto fiscal
En cuanto a las próximas elecciones presidenciales de noviembre, un tema que ni Harris ni Trump han abordado es el panorama fiscal a largo plazo. La expectativa básica de la Oficina de Presupuesto del Congreso es que el déficit se mantendrá cerca del 6% del PIB durante la próxima década y el nivel de deuda federal alcanzará el 122% del PIB dentro de 10 años.3
A algunos inversores en renta fija les preocupa esta situación y les preocupa aún más que las políticas económicas postelectorales hagan que las cifras de deuda y déficit superen las proyecciones actuales. En resumen, el temor es que los tipos de interés a largo plazo se vean presionados al alza a medida que aumente el endeudamiento del gobierno, lo que significará que la política fiscal es dominante sobre las decisiones de política monetaria.
Hoy en día, la preocupación por el déficit se refleja en el mercado de bonos, no a través de los niveles de rendimiento que han descendido durante 2024, sino en los precios relativos de los bonos del Tesoro y los swaps de tipos de interés4 . Esto resulta evidente en toda la curva de rendimientos y más pronunciado en los vencimientos a largo plazo. Básicamente, es el argumento del mercado de que los inversores necesitan una prima mayor para mantener bonos del Tesoro a largo plazo, dadas las preocupaciones fiscales.
La prima de riesgo de los bonos del Tesoro sigue siendo relativamente modesta. El panorama general sugiere que las preocupaciones de los inversores son limitadas: después de todo, los mercados financieros han tenido un buen comportamiento. Incluso el dólar, que se ha debilitado un poco frente al euro y el yen este año, sigue por encima de los niveles que prevalecían inmediatamente después de la pandemia.
Estados Unidos es lo suficientemente rico como para hacer frente a su déficit presupuestario si existe voluntad política y puede que haga falta una mayor preocupación del mercado para que sea lo suficientemente evidente como para proporcionar ese enfoque político. Será una temática durante el próximo mandato y supondrá un riesgo para los mercados durante ese periodo si se siguen ignorando las perspectivas fiscales.
La inteligencia artificial y la tecnología siguen siendo motores clave
En un plano más positivo, Estados Unidos está bien posicionado para seguir dominando el ámbito tecnológico. El frenesí en torno a la inteligencia artificial (IA) generativa alcanzó su punto máximo en junio y los valores tecnológicos se han comportado peor que el conjunto del mercado desde entonces.
Sin embargo, las previsiones de las empresas tecnológicas en torno a nuevos productos y servicios sugieren que el crecimiento de los beneficios seguirá siendo sólido en el futuro. Aunque las tecnologías de inteligencia artificial son cada vez más predominantes en los productos de consumo, es justo decir que aún nos encontramos en las primeras etapas de esta revolución tecnológica. El alcance de los efectos positivos en el rendimiento de la productividad en general está claro, con aplicaciones en diversos sectores económicos, desde la agricultura hasta la educación.
Para el próximo año, parece probable que bajen los tipos de interés, mientras la economía sigue creciendo. Este aterrizaje suave debería ser positivo para los retornos de los mercados financieros. Sin embargo, 2024 fue algo así como «un año de sorpresa». El crecimiento fue mejor de lo esperado y la Fed pudo dar un giro gracias a un modesto aumento del desempleo y una menor inflación.
No está claro que se produzcan sorpresas positivas similares en 2025. Existen incertidumbres políticas evidentes. En los mercados, las valoraciones son elevadas y, en el caso de la renta variable, las previsiones de los analistas incluyen un buen año de crecimiento de los beneficios. Es probable que se produzca cierta corrección en los mercados, dados los riesgos políticos y la posibilidad de que empiecen a surgir problemas de crédito, especialmente si la tasa de desempleo sube.
Sin embargo, es probable que la rentabilidad de Estados Unidos sea superior a la de otras economías desarrolladas. La inversión continua en inteligencia artificial y los recursos energéticos renovables necesarios para alimentar los centros de datos y una red eléctrica en expansión seguirán siendo temáticas importantes. Pero sería bueno que se evitara una guerra comercial y se prestara cierta atención a las finanzas federales.
Sin duda, unos tipos más bajos serán positivos tanto para las empresas como para los consumidores y, como hemos observado muchas veces en el pasado, nunca debe subestimarse la capacidad de los consumidores y las empresas para mantener el gasto.
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