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Temáticas de inversión

Por qué la geopolítica no debe hacer descarrilar la transición energética, ni la resolución de los inversores


La seguridad energética, la solidez de las cadenas mundiales de suministro y el cambio climático han quedado inextricablemente unidos en los últimos años. Las tensiones geopolíticas y medioambientales han contribuido a la necesidad de que las empresas se centren en  acortar las cadenas de suministro y reducir la huella de carbono, y de que los gobiernos incorporen la sostenibilidad en los marcos de inversión y política fiscal.

La escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China en 2018 fue seguida por  el choque global  de producción provocado por la COVID-19. Como resultado de ello se puso en tela de juicio el camino de la  globalización. Más recientemente, la guerra en Ucrania ha puesto de relieve cuestiones relacionadas con la seguridad energética y alimentaria, y la forma en que los posibles alineamientos geopolíticos pueden perturbar el sistema comercial mundial. Se ha generado incertidumbre en torno a la inflación y el crecimiento económico a corto y medio plazo.

Podría decirse que los inversores deberían considerar la posibilidad de reajustar las expectativas, que podrían basarse en un mundo anterior a 2018 de baja inflación, bajos tipos de interés, la globalización de las manufacturas y los mercados y la depresión de las primas de riesgo en los mercados financieros. 

Lo que impulsa nuestro enfoque de inversión responsable es pensar en "las personas y el planeta" y usamos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas como marco de referencia. Nuestras decisiones de inversión se están guiando cada vez más por el impacto que tienen en áreas como la lucha contra la desigualdad, la reducción de la pobreza, el apoyo a la paz y a instituciones sólidas, así como en el cambio climático, el suministro de energía limpia y la salud de nuestros océanos.

Retos de seguridad

Los recientes acontecimientos mundiales deberían hacernos reconocer que existen riesgos materiales de resultados adversos en muchas de estas áreas. La paz y la seguridad en Europa del Este se han visto amenazadas por la crisis de Ucrania y los avances hacia la reducción de las emisiones de CO2 se han visto frenados por la necesidad política y económica de reemplazar las fuentes de energía rusas. A corto plazo esto parece significar una mayor utilización de combustibles fósiles y una menor probabilidad de limitar el aumento de la temperatura atmosférica mundial por debajo de 1,5ºC para 2050. El aumento de los precios de la energía reducirá los ingresos reales, especialmente para los más pobres, mientras que la subida de las tipos de interés mundiales que acompaña a las mayores tasas de inflación podría afectar al crecimiento económico y al empleo para muchos. También existe el riesgo de que se produzca un retroceso político en la agenda de cero emisiones, ya que las voces populistas se centran en la crisis del coste de la vida y presionan para que se renueve la inversión en la capacidad de combustibles fósiles.

Los principales canales a través de los cuales la crisis de Ucrania ha afectado a la economía mundial son el suministro de energía y los precios, la posible interrupción del comercio de otros productos básicos, y la confianza general de las empresas, los consumidores y los inversores.

Suministro y distribución

Si se combina la crisis con el impacto continuo de la COVID-19, que se ha visto más recientemente en términos de confinamientos en China durante los primeros meses de la primavera, está claro que es necesario reflexionar más sobre la seguridad del suministro, en términos de insumos para el proceso de fabricación, pero también en términos de distribución. La escasez de mano de obra en los centros de transporte se ha hecho más habitual, lo que interrumpido las exportaciones e importaciones y su posterior distribución a los mercados de consumo. La escasez de materiales ha obstaculizado la construcción, al tiempo que se han prolongado los plazos de entrega de muchos bienes duraderos. En el caso de los países que dependen de los suministros rusos de petróleo y gas, existe una extrema vulnerabilidad a nuevas subidas de precios, pero también a la reducción del acceso al suministro. En el extremo, existe el riesgo de una crisis económica y social aguda.

Están en juego cuestiones tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, la atención se centra en cómo el aumento de los precios de la energía incidirá en la trayectoria de la inflación en las economías desarrolladas y emergentes y generará un cambio permanente mayor en las expectativas de inflación. Este es un peligro claro y presente, dado el camino que la inflación ha tomado desde 2020 y teniendo en cuenta que las presiones inflacionistas no se han limitado a la energía.

Inflación, rendimientos y tipos mal valorados

La inflación subyacente es mayor y el crecimiento de los salarios ha respondido tanto al aumento de los costes como a la rigidez de mercados  laborales. Para los inversores en renta fija, esto supone el mayor reto desde hace muchos años. El aumento de la inflación implica  rendimientos reales negativos de los bonos tanto en términos de rentas (los rendimientos son inferiores a la inflación) como en términos de ajuste de capital a medida que aumentan los tipos de interés. Además, la inflación se come al valor real de una cartera de bonos nominales.

Las perspectivas de consenso dicen que las presiones inflacionistas disminuirán durante el próximo año, y que la actual fijación de precios a plazo de los tipos de interés debería ser compatible con lo que hacen los bancos centrales con los tipos de interés oficiales. En resumen, se prevé que la mayor parte del ajuste monetario se produzca en los próximos 12 a 18 meses y, a partir de entonces, tanto la inflación como los tipos de interés deberían bajar.

Existen posibles resultados alternativos para los inversores en renta fija. Un riesgo clave es que la inflación esté mal valorada y siga siendo más alta a medio plazo de lo que se espera actualmente. Los mercados de inflación a plazo sí sugieren tasas de inflación promedio más altas que las que vimos antes de la pandemia, pero solo están marginalmente por encima de los rangos objetivo de los bancos centrales existentes.

Si el mundo debe adaptarse a las nuevas cadenas de suministro,  la deslocalización y el aumento de los costes del transporte, la inflación podría aumentar en general. De este modo, también se obtendrían unos tipos de equilibrio más altos, lo que podría situar los rendimientos de los bonos por encima de lo que actualmente cotizan los mercados a plazo. La incertidumbre sobre la inflación debería conducir a un aumento de las primas por plazo de los tipos de interés. Habida cuenta de los niveles actuales de deuda de los hogares, las empresas y los gobiernos, el aumento de los costes de financiación podría acarrear problemas de crédito y una mayor dispersión entre los activos basados en el crédito.

Otras implicaciones de inversión

En esta fase no sabemos cómo se desarrollará la crisis de Ucrania. Además de los ya elevados precios de la energía, el impacto sobre los ingresos reales es evidente en todas las economías desarrolladas y emergentes. En algunos lugares esto está siendo parcialmente absorbido por el apoyo fiscal, pero eso tiene un coste. Las previsiones de crecimiento económico se han revisado a la baja, lo que debería, en igualdad de condiciones, elevar las primas de riesgo en los mercados de crédito y de renta variable. Los mercados de renta variable se han desplomado en cierta medida durante el último año - como suele ocurrir al inicio de un ciclo de ajuste monetario - pero las expectativas de consenso son que los beneficios seguirán creciendo.

El principal riesgo para la rentabilidad de la renta variable es un shock de los beneficios por parte de las empresas o recortes más severos de las previsiones de crecimiento económico. Una recesión en Estados Unidos en los próximos dos años, impulsada principalmente por la respuesta de la Reserva Federal a una mayor inflación, es un riesgo claro. El aumento de la inflación requiere probablemente que la política se dirija a la demanda. El aumento de los precios de la energía crea riesgos de efectos de inflación de segunda vuelta. La subida de tipos formará parte de los intentos de romper el ciclo de inflación y eso crea riesgos para el crecimiento. En consecuencia, las perspectivas para los bonos y la renta variable variarán en algún momento. Los temas a más largo plazo de seguridad y sostenibilidad persistirán más allá del actual ciclo de ajuste monetario. Este no es el lugar para especular sobre los resultados geopolíticos mundiales, pero los argumentos para que los países y las empresas tengan más seguridad energética  son evidentes.

Por supuesto, esto significa que debemos acelerar la transición hacia energías alternativas, tanto por razones políticas como medioambientales. Las reducciones  del coste de las energías alternativas impulsadas por la tecnología frente al elevado coste de los hidrocarburos ponen de manifiesto la lógica económica. Pero, por supuesto, la limitación es la capacidad y el logro de una masa crítica requerirá mucha más inversión.

El potencial de inversión

Los terrenos soleados de la transición energética son atractivos: Descentralizar la producción de energía; reducir enormemente la dependencia de los hidrocarburos; abaratar la energía no sujeta al mismo nivel de influencia geopolítica. Las regiones geográficamente bien posicionadas podrían convertirse en fuentes importantes de energía solar y eólica renovable barata, alimentado otras fuentes de energía intermedia como el hidrógeno.

El potencial de transformación económica es evidente. Una vez el mensaje sea más claro para aquellas naciones tradicionalmente respaldadas por hidrocarburos, habrá una aceleración de la transición para mantener la competitividad económica. ¿Sería capaz Rusia de comportarse de tal manera si la transición energética ya estuviera más avanzada? El impacto en la economía mundial sería, sin duda, mucho menor.

Hemos defendido desde hace tiempo las oportunidades de inversión que ofrece la transición energética. Es aún más importante hoy, a raíz de los análisis recientemente actualizados sobre el cambio climático, impulsar el tema de la inversión en la reducción de carbono. Las empresas que desarrollen tecnologías que contribuyan a la descarbonización y a la eficiencia energética deberían beneficiarse. Los inversores están encontrando un universo creciente de activos verdes en los que invertir.

Los países capaces de acelerar el abandono de la dependencia de los hidrocarburos experimentarán en el futuro una menor inflación de los precios de la energía, lo que es claramente beneficioso para los hogares y el sector empresarial. Lamentablemente, el período más reciente ha puesto  en evidencia a aquellos que han invertido insuficientemente en la infraestructura energética. Y eso nos lleva de nuevo a los riesgos de inflación. Ya sea mediante el aumento de los precios del carbono o una capacidad limitada en el sector  energético tradicional, es probable que en la transición aumenten los precios de la energía antes de que la economía mundial sienta los beneficios de un sector energético más sostenible a medio plazo.

La geopolítica frente a la inversión a largo plazo

Es probable que la seguridad geopolítica también sea una preocupación de cara al futuro. Depender de materiales,  materias primas, bienes y aptitudes que residen en Estados políticos poco amistosos o proceden de ellos es una mayor preocupación para las empresas. La guerra comercial entre Estados Unidos y China y el Brexit, de diferentes maneras, ofrecen ejemplos de esos riesgos. Como parte de la evaluación de los riesgos ASG, entender las cadenas de suministro y su vulnerabilidad para las empresas, así como su impacto en las personas y el planeta, será aún más importante a la hora de determinar inversiones atractivas.

Los acontecimientos geopolíticos pueden poner al descubierto debilidades de la economía mundial. A menudo la energía ha sido el conducto de la perturbación económica, pero el comercio y el desplazamiento de personas también son típicos. La minimización de los riesgos físicos de las empresas apoya el despliegue continuo de soluciones digitales y la automatización en la cadena de valor. Podría decirse que la crisis de Ucrania ha fortalecido la alianza política occidental y el valor de las economías socialdemócratas liberales. También ha puesto de relieve deficiencias. Es probable que las prioridades clave de la Sociedad para la próxima década sean ofrecer  una sanidad, energía, alimentación y protección física más seguras y equitativas.

Para los inversores, la necesidad de ir más allá  en la comprensión de los modelos de negocio, los riesgos a los que están sujetos y el impacto más amplio que tienen es aún mayor en la actualidad. Las oportunidades de inversión en empresas que están en vías de cumplir sus objetivos netos de cero emisiones de carbono, que pueden gestionar sus cadenas de suministro para que estén menos expuestas a las perturbaciones y que pueden centrarse en proporcionar un empleo equitativo, flexible y bien remunerado es el nirvana para los inversores responsables. Al mismo tiempo, evitar la exposición a activos en países que no cumplen los parámetros internacionales en materia de derechos humanos, diplomacia y normas medioambientales debería ser una lección  que guíe los recientes acontecimientos.


Cinco conclusiones clave

  • La crisis de Ucrania, la respuesta fiscal y monetaria a la pandemia y los efectos persistentes de la disputa comercial entre Estados Unidos y China de 2018 deberían incitar a los fondos de pensiones a revisar sus suposiciones sobre la economía mundial. La inflación puede resultar sostenida, incluso  cuando los tipos de interés suben
  • La inflación está siendo impulsada especialmente por el impacto de la guerra en Ucrania en los precios de la energía. Los elevados niveles de precios reducirán los ingresos reales y podrían mermar la confianza de las empresas y los consumidores, así como las expectativas de crecimiento
  • Esto crea un problema para los inversores en renta fija, ya que los rendimientos se sitúan por debajo de los niveles de inflación y el aumento de los precios al alza  merma el valor real de una cartera de bonos nominales. La renta variable se enfrenta a un elevado riesgo derivado de un crecimiento potencial más lento, con un riesgo de recesión en Estados Unidos que ahora es mayor a medida que la Fed combate su dilemma de la inflación
  • La transición energética parece cada vez más atractiva, aunque es más difícil de lograr a la luz de los acontecimientos en Ucrania. No podemos especular sobre los resultados geopolíticos mundiales, pero los argumentos para que los países y las empresas tengan más seguridad en términos de energía  son evidentes
  • La capacidad sigue siendo un obstáculo para la transición energética. Los países capaces de acelerar el abandono de los hidrocarburos probablemente experimentarán en el futuro una menor inflación de los precios de la energía. Las empresas activas en tecnologías que contribuyen a la descarbonización deberían beneficiarse

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